Que te quiero verde

Es así. Hay gente que nació en la ciudad y el campo bien gracias. Puede ser todo lo lindo que quieras, el paisaje, la tranquilidad, el canto de los pájaros todo… pero… gente? Locales? Edificios? Casas?
Ayer llegué al campo, me baje de la camioneta y respiré profundo. Ahhhhhh. Que belleza! Aire puro, un día hermoso, tranquilidad, paz, de cuentos. Ocho minutos habrán pasado desde que apoye el primer pié en el pasto, diez a lo sumo, meto mi mano derecha en el bolsillo en busca de mi celular. Me había acordado de un amigo al que le encanta el campo, pero pocas veces tubo oportunidad de ir y quise mandarle un sms. No hago más que abrir la tapa del aparato que Joaquín me grita: “No loco, acá no tenemos señal”. “Ahh no? Respondí yo. “No No” me confirmó. Bueno no importa, viene bien para descansar de todo. Si Sr!! un fin de semana lejos de todo y de todos (intentaba auto convencerme para no desesperar).
Preparamos unos buenos mates, sin azúcar (detalle menor). Charla va, charla viene, parece nerviosa (charla le decimos a la mujer de Joaquín). En eso Joaco se acerca y me ofrece ir hasta la otra punta del campo. “Es lejos?” pregunto, no tuve ninguna respuesta. Joaquín se va y a los 5 minutos aparece con dos caballos. Después aprendí que no eran dos caballos, sino que eran una yegua y un potrillo (tomá, querías hablar con propiedad?). Enseguida que subí me di cuenta que no tenían ni cinturón de seguridad ni airbag, y ya se me frunció un poco. Meta cabalgar, tierra hasta en los pelos de cul* tenía, iba rebotando y rebotando, sin raya me quedé. Llegamos. Ni un metro cuadrado de asfalto en todo el maldito camino. Nos encontramos con un grupo de ovejas. Había una que tenia una ovejita, “mirá aquella ovejita” le digo, “cordero, animal!” me dice. Pero para mi seguía siendo una ovejita, si era igual que la otra pero mas chiquita (diminutivo de oveja es ovejita, que cordero ni cordero). Pasamos las ovejas hasta el potrero siguiente pero el corderito se quedó. “Andá, agarralo y traémelo” dice Joaquín. La ovejita chiquita (bueno esta bien, el cordero) estaba… como decir… todo cagado!!! Ni loco lo iba a agarrar! Qué querés? Que me cague toda la mano? No loco agarralo vos. Me enojé y volví al punto de partida (donde estaba la casa). Llego y lo primero que hago es revisar el celular. Ninguna llamada, ningún mensaje. Me había olvidado… no hay señal y LRPM. Me siento a mirar tele (solamente canales de aire porque cable es mucho pedir en el campo). Adivinaste! No andaba ninguno de los espectaculares 3 canales de aire que supuestamente se veían. Listo suficiente. Me voy. A dónde voy? Acá no voy a conseguir remís en ninguna parte. Llamar no puedo. Tengo que esperar a que vuelva Joaquín, LRCDLL.
Salgo afuera me prendo un cigarrillo y trato de respirar el humo que desprende para simular el smog y el humo de los vehículos que habitualmente respiro en la ciudad, ya no aguantaba mas ese aire puro. Extraño que suene el celular. Los bocinazos. La tele. El asfalto. Los ladrillos (nunca, pero nunca pensé que podría llegar a extrañar cosa semejante). La computadora!. Nueve miserable horas transcurrieron desde que llegué al campo pedorro este y nueve años va a ser el tiempo que tarde en volver a pisar uno de estos!!! Amo la ciudad! Amo los ruidos! amo los embotellamientossssss!!!

CHEBO.
[Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia Me gusta el campo. Es sólo una historia]